Desde la Secretaría de Desarrollo, se destacó cómo Casanare ha pasado de no tener ningún sistema piscícola en 1948 a convertirse en un referente, con más de 1.200 granjas activas que producen una variedad de especies en 460 hectáreas distribuidas por todo el departamento.
En sus inicios, la piscicultura en Casanare era rudimentaria; se trabajaba con azadones para crear pequeños estanques, de apenas 1.20 metros, donde la cachama era la especie dominante. Por cada cinco estanques de cachama, se creaba uno de mojarra roja, utilizando métodos tradicionales como el verde de malaquita para tratar enfermedades como el labio leporino en los peces.
Hoy, la modernización ha llegado a la región, y los piscicultores de Casanare han adoptado tecnologías avanzadas que han permitido incrementar la producción y la calidad del pescado. Según el director de Desarrollo Económico y Agrícola de la región, los municipios de Villanueva y Monterrey lideran la producción con 3.680 y 3.065 toneladas anuales, respectivamente.
El plan de expansión piscícola en Casanare está dividido en tres zonas: la zona de piedemonte, la zona de transición y la zona de sabana. Las áreas cercanas a la Marginal de la Selva han mostrado el mayor crecimiento, evidenciando el potencial de la región para convertirse en un motor económico de la Orinoquía.
Con estas cifras y proyecciones, Casanare se posiciona como un ejemplo de desarrollo sostenible y productividad en la piscicultura, un sector clave para la economía y la seguridad alimentaria del país. La meta a corto plazo es clara: alcanzar las 10.000 toneladas de producción anual.