Tragedia persiguió a una familia de Pore: tres muertos en accidentes de tránsito

Primero fue una hija, luego su novio y, por último; el domingo su padre. Esta es la triste historia de Esteban, Dayana y César, quienes murieron en años distintos; pero en circunstancias parecidas.

Crónica de Jorge Duke Suárez

El domingo 17 de marzo, la tranquilidad del amanecer en Yopal se vio interrumpida por la muerte en accidente de tránsito de un hombre. 

Su cuerpo yacía tendido a unos tres metros de su motoclicleta, una FZ 150 azul, hecha pedazos. Lo que han dicho las autoridades hasta el momento es que, la colisión habría sido contra una buseta de servicio público que ya había iniciado su jornada laboral.  

La identidad de la víctima solo se conocería casi 32 horas después. 

En toda la intersección de la carrera 23 con calle 30 fue el último hálito de vida del reconocido folclorista poreño César Rodríguez Velandia, quien fue todo un ícono cultural, no solo por la interpretación de instrumentos, sino también por el baile; dos artes con los que se ganaba la vida como instructor. 

Y es que, su muerte fue de ipso facto. Tras el golpe, duró vivo, lo que dura una corchea en el tiempo. 

Quienes conocieron al maestro César lo recuerdan como un hombre entusiasta, de hecho, el mismo Walter Silva le había visto repuesto hacía un par de días, orgulloso de su grupo de danzas.

Sin embargo, este hombre llevaba consigo y en silencio, la desolación por la pérdida de su pequeña hija, la ‘sutecita’, como la llamaba. Y de vez en cuando se tomaba algo, y cantaba con el alma apesadumbrada por la ausencia de la pequeña. 

Dayana Rodríguez, su hija y tesoro más valioso, también murió en un accidente de tránsito. 

El último viaje de Dayana

A menudo por la cabeza de César le rondaban los míseros recuerdos de ese lóbrego 14 de abril del 2017, Viernes Santo, para ser más exactos.

César tenía parientada en San Luis de Palenque. Solían encontrarse de vez en cuando con excusa alguna. Semana Santa era propicio para que todos se juntaran alrededor de la zaranda, el fútbol, coleo, el baile, la música y todo ello que los unía como familia. 

Para ese viernes, -y como lo contó el mismo César entre lágrimas de cada parrando- le pidió a su hija Dayana que se fueran juntos en la moto, pero la pequeña, que para la época estaba sobre los 14 años, se negó y prefirió abordar otra motocicleta con su joven y apuesto novio, Esteban Herrera. 

Además, querían compartir el viaje como novios porque, como cuentan en Pore, recién habían obtenido una cachorrita y era una de las primeras apariciones en sociedad. 

En la otra motocicleta iría entonces César y otro primo suyo. 

Precisamente, fue tomando una curva cerrada, en la que supuestamente, a los chicos casi se les cae la cachorrita al piso, lo que los hizo desestabilizar aún más, perdiendo el control sobre el vehículo, y terminando fuera de la vía y golpeándose de manera inmisericorde, con la mala fortuna para Dayana que sufrió la peor parte. 

Ese Viernes Santo empezó el calvario, la agonía aumentó porque no llegaban ambulancias con la premura que se requería y César, desesperado, con su pequeña en los brazos la aferraba a la vida. 

Hasta el último suspiro Dayana luchó, pero finalmente murió un 22 de abril de ese 2017. 

Como una premonición

El 25 de enero de 2017, apenas tres meses y 3 días antes de la muerte de Dayana, Esteban Herrera posteó una foto en su Facebook donde se les veía mirando hacia las montañas con esperanza, aferrados a un viejo balcón de madera en blanco desgastado entre las mieles propias de la juventud. 

Desde que estoy contigo, yo me olvidé del resto. Yo quiero tenerte conmigo toda la eternidad” escribió Esteban. Y no fue el único mensaje; uno tras otro le dedicó a Dayana ante los ojos complacientes de quienes les congraciaban su amorío con ‘me gustas’ y ‘me encantas’, incluso después del fallecimiento de la joven. 

Esteban, tras la muerte de Dayana, intentó concentrarse en su vida. Prestó servicio en la Policía y continúo con el baile. 

El joven era de esos que llamaba la atención. Sería injusto que por los azares de la vida no se hubiese vuelto a enamorar. Y cómo no hacerlo, si encontraría en una jovencita, de facultades artísticas encantadoras, una razón para volver a creer en el amor. 

La ventaja de tener un corazón joven es que, permite que florezcan sentimientos. Esteban encontró en su nueva novia una compañera de viaje terrenal, con quien logró recuperar la sonrisa que hacía tres años, se le había borrado. 

En el 2020, Esteban también falleció en el casco urbano de Pore luego de salir de visitar a un ser querido. Como si se tratara de una tragedia que lo persiguiera, por un accidente de tránsito.  

Dicen que hay personas tan especiales que jamás se quedan solas, ni en el cielo, ni en la tierra. Y cuando las personas mueren, el cuerpo se queda, pero las almas se reencuentran en el cielo.  

En Pore, hoy solo atinan a decir que, la hija del maestro Parmenio Rincón cantó frente al ataúd en el cementerio y que quizás ha sido una de las melodías que más se recordarán en el pueblo. 

Hace unos días se fue César, y dijo el maestro Walter Silva lamentando su muerte: “Se fue soñando que su labor tomara vuelo”; Maestro Walter, esta labor tomó tal vuelo, que Pore ya tiene embajada en el cielo, y tres de sus mejores danzadores empezaron el parrando en la eternidad. 

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Un comentario

  1. Carlos Andres Achagua Alba

    Dios conceda Paz y fortaleza a la familia

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