Coincidencias de la política a la Fiesta Futbolera

Maria Elvira Arboleda.

Maria Elvira Arboleda.

Por: María Elvira Arboleda

Así como los mundiales de fútbol, cada cuatro años llegan las campañas políticas y tal como en el deporte de las masas, las campañas son una guerra vestida de fiesta.

En las grandes capitales no podrían entender qué es lo que se vive en los territorios, en las ciudades pequeñas y los pueblos.

Aquí la política influye, condiciona, determina y afecta profundamente a todos los actores sociales, hasta a los que no viven directamente de ella.

Y sí claro, en las grandes ciudades también los lineamientos políticos determinan el desarrollo territorial, obvio, pero es que aquí la cosa es directa, individual, con lista en mano.

Y es que a muchos sin ser políticos, una «mala elección política» los puede dejar cuatro años sin oportunidad laboral o sin ser beneficiarios de muchos auxilios o programas de gobierno. Es así, tal cual como en el Frente Nacional.

Aunque la gente tiene una frase de cliché que saca cada cuatrienio, (creería yo que por vergüenza mezclada con culpa), que es que no quieren saber nada de política, no es verdad. A pesar de los sinsabores y las decepciones, el vértigo de la movida política encanta.

Hay espacio para todos en campaña, los líderes, los gerentes, los asesores, los casa a casa, los programáticos, los de logística, los del bajo mundo y en lo que confluyen es que en los pueblos todo el mundo conoce a los candidatos, son amigos, familiares, enemigos, vecinos y saben de cerca más anécdotas y episodios de ellos, de los que pueden saber en la procuraduría o en la fiscalía. Desde la señora de los tintos en la esquina, hasta el profesional de la alcaldía.

Todo el mundo sabe del tema e igual que en el fútbol, nadie quiere perder.

Ingredientes que hacen que las campañas sean dinámicas, llenas de adrenalina, sensibilidades, trabajo, afectos, envidias, dentro de los mismos equipos de un candidato. Y de las campañas para afuera, argumentos, crítica constructiva, destructiva, veneno, guerra sucia y en esta época de Tics, redes sociales llenas de perfiles hediondamente falsos y hasta perfiles reales que escriben como si fueran falsos.

Las campañas son en muchos casos buenos espacios para tejer sueños, generar empleo, lazos, un derroche de creatividad, pero por supuesto también son espacios de tráfico y no necesariamente de ideas, sino tráfico de votos, de plata, de conciencias.

Y en esas vuelve y cae este pueblo que es Macondo de la costa a la llanura y del altiplano a la selva.

Que más bien esos argumentos que da la experiencia local, cercana, real, sirvan para elegir mejor y no solo para hacer parte de un pequeño y momentáneo carnaval.

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