LA VOZ DE MERCEDES RIVERA SOTABÁN, AS3SIN4DA EN EL PÁRAMO DE LA SARNA

Hace 24 años ocurrió uno de los hechos más sangrientos y despiadados que se pueda recordar en la vía del Cusiana, a la altura del Páramo de la Sarna en jurisdicción de Boyacá.

Se trata de la masacre de La Sarna, perpetrada por paramilitares y en la que fueron despiadadamente asesinadas 15 personas (doce hombres y tres mujeres).

Posterior al hecho, se informó que los paramilitares acusaron a las personas que se movilizaban en un bus de la Empresa Cotracero, de ser cómplices de la insurgencia. 

“Dos menores de edad (de 11 y 8 años) y una mujer de 60 años, sobrevivieron al hecho. Gracias a los testimonios de los paramilitares entregados en los tribunales de Justicia y Paz, se conoce que los hombres que detuvieron el vehículo estaban buscando a un guerrillero del ELN”, señala el Centro Nacional de Memoria Histórica.

Como un hecho simbólico, un familiar de Mercedes Rivera Sotabán, escribió el siguiente texto, relatando la vida de su hermana, en un ejercicio en donde pareciera que es la misma Mercedes quien habla y quien clama Justicia, aún cuando han pasado 24 años de esta dolorosa barbarie.

CARTA DE MERCEDES ASESINADA HACE 24 AÑOS

Soy Mercedes Rivera Sotabán, nací un 15 de febrero de 1981, en la vereda de Soapaga en Paya-Boyacá, un lugar maravilloso rodeado de hermosos paisajes verdes y de gente trabajadora. 

Tengo 20 años, soy la  sexta de 13 hermanos: 7 mujeres y 5 hombres. He Crecido rodeada de una familia que me ha brindado su amor y alegría y que me ha enseñado que mientras permanezcamos unidos podemos enfrentar cualquier dificultad por dura que sea.

Es así como en varias ocasiones nos ocultamos de los fuegos cruzados entre la guerrilla y el ejército y también con mis hermanos nos despertábamos diariamente a caminar largas horas para llegar a la escuela y poder estudiar. 

Recuerdo cuando me fui a Sogamoso por primera vez y conocí un automóvil, todo era nuevo para mí, en mi condición de mujer criada en el campo, pero el esfuerzo valía la pena para poder terminar mi bachillerato, porque en el pueblo solo se podía estudiar hasta primaria. 

Todos los días me levanto muy temprano a trabajar como aseadora en la Alcaldía de Paya, porque quiero ahorrar dinero para poder ir a la universidad a estudiar ingeniería agronómica, una carrera que me apasiona y me llena de mucho entusiasmo pues estoy convencida que a través de ese conocimiento puedo ayudar a los campesinos de mi tierra, aportando un granito de arena a mi comunidad que tanto lo necesita.

Por problemas de salud he tenido que viajar a Sogamoso, allí me han realizado algunos exámenes médicos, y gracias a Dios no es nada grave, solo me han recetado algunos medicamentos. 

Le he comprado a mi madre Carmen, un vestido rojo bellísimo, el que tanto me había dicho que quería y que no podía tener porque no le alcanzaba el dinero. Sé que ella le encantará.

No pueden faltar mis hermanos menores, mis niños preciosos, la alegría de la casa, son Gustavo y Nubia. Les he llevado unos muñequitos como regalo de navidad, ya imagino sus caritas de felicidad y sorpresa y deseo abrazarlos pronto. 

Hoy primero de diciembre de 2001, he emprendido mi viaje de regreso al pueblo,  mientras contemplo por la ventana  los frailejones y el majestuoso paisaje del páramo la sarna. 

De pronto escucho una voz ensordecedora de unos hombres que nos ordenan salir del bus. Me siento  confundida y perpleja; observo a dos hombres que nos apuntan con un arma, mis pensamientos se perturban, la voz fuerte de un hombre exclama a gritos que nos pongamos boca arriba en el asfalto frio.

Al instante todos los recuerdos de mi vida pasan por mi mente, mi familia, mis amigos, mis sueños, mi pueblo, me siento ajena a esta realidad; no quiero estar aquí.

Veo a mis compañeros de viaje, percibo el miedo en todos nosotros, estamos indefensos, escucho el primer sonido de una bala, me asusto, mis ojos se empañan.

Me duele el alma, respiro profundo y ahora es a mí a quien me apuntan, entonces el señor del cielo está en mis pensamientos porque mi vida en esta tierra se escapa, justo en el momento en que la bala me impacta. Mis seres queridos y yo queremos justicia.

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