Por artículos como este la Reportería ha sido elegida como una empresa que genera buenas prácticas, por el desarrollo del espacio de visibilización de la inclusión, la diversidad, el reconocimiento que le hace a la diferencia y por poner su voz al lado de aquellos que han sido silenciados, los que no han tenido voz.
Por: John Alexander Díaz Ortegón

Escribo para no hablar solo en el silencio, para decantar las palabras atascadas entre el vientre y el cerebro, para decir lo indecible, para poder soñar, para poner mi voz al lado de quienes han tenido voces silenciadas, para redimir en palabras lo sentido, lo vivido, aquello indecible que va quedando poco a poco resguardado en el interior de uno mismo, y como con el arequipe o los dulces de guayaba, saben más sabrosos aquellos trozos que van quedando pegados en las paredes del recipiente y que se van comiendo, así, de a poquitos, con la punta de la cucharita o con la punta misma del dedo. Así sabe en momentos la escritura.
Cuando me invitaron a escribir para la reportería, lo primero que pensé es no tengo tiempo, esta vida misma que ahora muchos estamos pasando la vivimos sin tiempo, es como si estuviéramos trabajando para no tener tiempo; y entonces pensé ¿por qué no hacerlo? La directora de esta sección ya había puesto el ojo sobre mis escritos que había conocido de otros tiempos y en su decisión quiso apostar por una sección que hablara de inclusión y discapacidad; su argumento, las personas en los territorios no conocen bien el tema y es justo me dijo, hacer que por un medio masivo de comunicación podamos llegarle a muchas personas, por lo importante de este tema para el desarrollo social mismo del país: así nos encaminamos en la construcción de la sección de la que hoy podemos decir que contamos con la lectura de más de seis mil quinientas personas en promedio, lectores que cada vez exigen más sobre cada uno de los temas.
Escribo porque hemos permanecido en silencio durante muchos años, porque en un país donde hay semanalmente masacres, en donde hay tantos desaparecidos, en donde hay tanta injusticia, en donde muchas personas aguantan hambre, en donde el robo a puertas abiertas es exorbitante, en donde todavía hay prisiones de hogar para tantos y tantas personas con discapacidad que no salen a la calle por pena o desconocimiento, es necesario decir y sentir escribiendo. Porque los animales y el planeta tierra están siendo asesinados indiscriminadamente por una satisfacción humana, porque el ser vivo “más pensante” se caga en el agua (el ser vivo que se defeca sobre el alimento), porque veo a diario personas que sufren, porque se le ha dado mendicidad al necesitado y caudalosas riquezas al enriquecido, porque de inclusión muchos hablan pero la coherencia es algo que difícil se mantiene, porque escribir es un acto de creación, reflexión, composición, autoanálisis y deconstrucción propio que hoy deseo que muchas personas pudieran escribir, como acto mismo de liberación, de afianzamiento en lo humano ético, de empatía, de encuentro con el otro a la distancia y con el único interés de poder escucharnos porque seguro tenemos algo que decirnos.
Este proyecto de La Reportería inició a fines de 2020 cuando la pandemia cubría toda la prensa mundial, entonces hablar de inclusión se definía como un capítulo renovado que tenía algo que decir y por ello emprendimos el viaje de escribir cada martes, para un espacio en el que hablar de diversidad y diferencia toma la mayor relevancia posible, pues entendemos que sin el otro que no es como nosotros, no tendríamos algo nuevo que expresar, que sentir, que ofrecernos como humanidad. La riqueza del ser humano está en su diferencia y su tarea entenderla para convivir de una mejor manera. En esta convivencia desde conceptos éticos del cuidado, la hospitalidad, el acogimiento, el reconocimiento y la visibilización de los más excluidos, es en donde busca aportar la Reportería. De manos de los editores, la dirección de la sección, de la mano de Yesenia, Bibiana, Andrés, Cindy, seguiremos llevando los temas de inclusión, diversidad, enfoques diferenciales y derechos humanos hasta donde haya lectores que quieran saber un poco más y descorran el velo para juntarse en esta apuesta por vivir de una mejor manera con los demás.
Escribo para emprender un viaje sin retorno con cada tema escogido, escribo para aprender, escribo porque sí, porque no, escribo para desaburrirme, para no escuchar reguetón, escribo para creer en la vida humana, por crear, escribo porque las ventanas que miran hacia afuera se hagan más leves para mí, los míos y los otros, para los recién venidos, para sembrar como lo hacen los pájaros, escribo para tener menos la razón y más conversaciones, escribo para hacer a veces el otro, para olvidar, escribo desde el privilegio y la miseria en que nos pone un sistema que a diario nos tira en la crisis de quedarnos por fuera de lo que desconocemos, para liberar el monstruo de la anormalidad, el de la deficiencia, el de la diversidad, el de la diferencia, el de la discapacidad, el de la inclusión, porque las palabras son la posibilidad misma de hacernos aire con cada transpiración verbal: porque la carne se hace verbo.
La Reportería es un espacio de agradecimiento a quienes creen en la palabra escrita, a quienes leen, a quienes permiten publicar lo escrito, a quienes escriben por interno para saber de cada próxima columna y dejan allí sus recomendaciones de lo que deberían ser, a quienes me acompañan a reflexionar para dejar de ser uno solo y seguir siendo multitudes… Y aunque la lista puede ser interminable, a este oficio y casa periodística la Reportería por ser redención de decires sobre lo que hemos venido siendo ya por estos tiempos. Como dirían algunos compas entre tragos: salud por eso.