Por: Pilar León Martínez
La tecnología circula por el aire para llegar a nosotros a través de la radio, la televisión, el Internet, los celulares, en fin todos los medios que nos llevan las telecomunicaciones. Sin lugar a dudas son un componente importante en la vida moderna.
En el encierro a que nos hemos visto obligados la vida se hace inconcebible sin estos medios. Aún así, no podemos desestimar los efectos de esta radiación en nuestra salud mental y física.
El teletrabajo nos expone a altos índices de radiación ¿cuántas horas nos desconectamos de los aparatos que nos irradian? ¿Cuántas horas del día o de la noche nos liberamos de estas ondas? Cada cuál dará su respuesta.
Soy sobreviviente de cáncer de mama, hace algunos años en el Instituto Nacional de Cancerología escuché una conferencia donde un neuro oncólogo decía que a futuro el cáncer de cerebro aumentaría en forma vertiginosa y la población joven sería la más afectada.
Los pulpos de la tecnología afirman que los aparatos son inofensivos ¿podemos creerles? Lo que evidenciamos es la adición que produce la tecnología, niños y jóvenes ya no necesitan los amigos y los espacios abiertos mientras tengan su celular a mano. Se han perdido los espacios de conversación en familia y los niños cada vez se ejercitan menos gracias a envolvente magia de la televisión y los horrores de Netflix que los obligan a ver interminable series diseñadas para el confinamiento voluntario.
¿Qué pasó con los viajes a través del libro en papel? ¿Dónde fueron a dar los juegos en la calle y en el parque con los amigos? Yo disfruté todo eso pero ya no es parte de las nuevas generaciones.
Esta pandemia nos ha recluido a todos y los medios electrónicos son elementos fundamentales de lo cotidiano. Me preocupa en particular el tele trabajo y me horroriza aún más el tele estudio. Por fuerza los niños deben permanecer todo el día expuestos a elevados indices de radiación porque sueltan el computador y caen el brazos del televisor para «el descanso».
La escuela por su parte pretende que se dé cumplimiento a los programas académicos y ponen tanto a docentes como a estudiantes a permanecer en línea jornadas muy superiores a lo que sería el trabajo normal en aula. Cuidado docentes ustedes no son esclavos tienen derecho a tiempo libre que se borra porque como están en casa ahora deben trabajar el doble. La situación no es mejor para los niños que además no pueden ejercitarse y jugar con sus amigos al aire libre. Ni que decir de los conflictos familiares que se crean porque los equipos no alcanzan para toda la familia, la conectividad colapsa ante tantos usuarios. Eso en los hogares dónde se puede pagar Internet y comprar equipos.
Las familias que luchan por conseguir el alimento diario y no tienen equipos ni mucho menos para pagar Internet viven gran frustración que se traduce en violencia doméstica.
La vida se hace muy dura, es necesario dosificar el tele trabajo dejar espacios para desconectarse, darnos tiempos reales de descanso, salir a tomar aire con las debidas precauciones, crear espacio de juego donde se involucre el cuerpo no equipos de alguna índole, volver a conversar entre familia. Volvamos rebeldes y libres apaguemos por varias horas los equipos y disfrutemos de la compañía y la voz de nuestros más cercanos. Leamos un buen libro o simplemente apaguemos los equipos y dejemos volar la imaginación. Liberemos de las trampas y peligros con que nos atrapa la tecnología. Volvamos a lo simple nuestra salud menta y física nos lo agradecerá.