Texto por Juan Carlos Niño Niño
* Especialista “Gobierno y gestión pública territoriales”, Pontificia Universidad Javeriana.
La semana pasada tuve el “extraño” privilegio de presenciar un abrupto cambio de escenario en el Congreso, una aterradora transformación de los fuerzas del poder, en donde la extinta “Unidad Nacional” es tímida y permanece casi en silencio; y con menos beligerancia pero consciente de tener Presidente electo, el Centro Democrático comienza a incidir en las discusiones de este “agónico” cuatrienio legislativo (con sesiones extras hasta el 3 de julio).
Esta colectividad logró que el martes en la plenaria de la Cámara se suspendiera la discusión de proyecto de normas procedimentales de la JEP (algo impensable antes de que Iván Duque fuera elegido Presidente), en donde el ministro del Interior Guillermo Rivera, con estrés y angustia, se tuvo que resignar con la aprobación de los artículos que no tenían proposición, y acceder a nombrar una subcomisión para evaluar detenidamente con Iván Duque los artículos con proposiciones, como lo propuso el ahora flamante Representante Álvaro Prada, quien argumentó que debían esperar a que la Corte Constitucional se pronunciara sobre el proyecto de ley estatutaria de la JEP, aunque el alto tribunal le advirtió después que eso no era disculpa para no votar el mencionado proyecto procedimental.
Lo curioso es que Prada era visto antes como un recalcitrante y fanático uribista, en donde sus intervenciones y propuestas contra el proceso de paz eran vistos con desdén por la bancada del gobierno, hasta tal punto que su férrea oposición ocasionó fuertes cuestionamientos y serios descalificativos, por quienes abogaban a ultranza por el proceso de paz y no terminaban de “echarle flores” a Santos, hasta tal punto que no le permitían al Centro Democrático que se refiriera al “Señor Santos”, sino que se levantaban energúmenos y le pedían que lo llamaran “el excelentísimo Señor Presidente”.
Ahora guardan silencio y votan en segundos a favor de la proposición de Prada, no sin antes de que la vicepresidenta de la Cámara (conservadora), Lilian María Barrera (quien regentaba la Plenaria), pretendiera con celeridad y eficiencia poner inmediatamente a consideración esa proposición, si no es porque el Ministro Rivera, con cara de perro maltratado y hambriento, le pidiera que antes poner a consideración la proposición de aplazamiento, se sometiera a votación los artículos que no tenían discusión, mientras que al otro día se reunirían con el sector uribista para concertar los artículos restantes, lo que permitió finalmente que el jueves fuera aprobado el proyecto en la Plenaria de la Cámara.
Aún no está claro por qué sin mayores contratiempos la Cámara terminó aprobando la iniciativa, seguramente porque el arte de legislar es imprescindible, porque aún se siente el rugido de Santos, o simplemente porque el paso del “Huracán Duque” por el Congreso no ocasionó mayores estragos, aunque está por definir si la Plenaria del Senado aprueba esta semana la iniciativa, lo que quiere decir que el uribismo está agotando hasta la última instancia para poder hundirlo.
Ante esto, el Senador Jorge Prieto Riveros me acaba de confirmar que está en una subcomisión que se reúne mañana para darle una salida al proyecto, no sin antes advertir que se va a oponer a la iniciativa si el uribismo impone modificaciones que afecten el acuerdo de paz, ratificando así su respeto y respaldo a lo que se acordó previamente en La Habana, y acorde a su convicción por la reconciliación de los colombianos.
Coletilla: Es de resaltar el respaldo y el voto favorable esta semana en la Plenaria de la Cámara a este proyecto de ley procedimental, por parte de los representantes Casanare Jhon Molina y Jorge Camilo Abril Tarache (como lo confirma en su Twitter @camiloabrilz), lo que les permite salir del Congreso con dignidad y altura, porque aportaron de manera invaluable para terminar un conflicto de más de medio siglo.
