Por Miguel Arango Devia
Luego de 16 años en el que un grupo paramilitar asesinó a sangre fría a 15 personas, en lo que se denominó La Masacre de La Sarna, el País entero aún se pregunta ¿Por Qué?, si ninguna de las víctimas estaba vinculada a los grupos enfrentados en esa demencial guerra, en las que los únicos sacrificados fueron civiles inermes, quienes trataban de construir una patria para que en ella, crecieran sus familias y la de todos los colombianos.
Todo se inició en la madrugada del primero de diciembre de 2001, cuando Isidro Alba Guío, pretendía viajar hacia Labranzagrande Boyacá, con la intensión de rescatar una camioneta que le había sido retenida por insurgentes de la extrema izquierda y que le servía como medio de transporte de mercados, para surtir el restaurante que atendía con su familia, en Aguazul Casanare.
A esa misma hora, en el terminal de transporte de Sogamoso, Luis Arturo Cárdenas, un Zootecnista de 20 años, quien se desempeñaba como director de la UMATA de Paya, Boyacá, trataba de conseguir un cupo en la empresa Cootracero, que lo llevara, como a Isidro, a Labranzagrande: su equipaje, una caja de medicamentos veterinarios,.
Aún no había amanecido y un manto de nubes cubría, el Valle de Sugamuxi.
Al terminal de transporte, fueron llegando además de Isidro y Luis Arturo, el ingeniero Luís Ángel Gil Orduz; la estudiante de medicina Tania Leonor Correa Pidiachi; Mercedes Rivera, funcionaria de la alcaldía de Paya; los estudiantes Jonh Fredy Poveda Bayona y Luís Alejandro Pérez Fernández; los comerciantes, José Antonio Mongui Pérez y Abel Cudris Rodríguez y el ingeniero sanitario y ambiental, Gonzalo Rincón Barrera.
Pasadas las 6:00 de la mañana, un total de 12 pasajeros adultos, una señora de la tercera edad y dos niños, de 7 y 12 años, abordaron el bus de la empresa Cootracero, de color rojo, marca Chevrolet, distinguido con el número 339 e identificado con las placas JYG-137 conducido por Hernando Gómez Garavito, padre de uno de los niños y como ayudante Luís Miguel Melo Espitia, de 17 años de edad, quienes iniciaron el viaje por las calles del centro de Sogamoso, buscando la cordillera Oriental que los llevaría hasta Labranzagrande.
A la altura del Colegio Sugamuxi, el bus hizo una parada para permitir que lo abordara Marco Antonio Aguillón y en el Crucero, los agricultores Jairo Isidoro Peña y Bertulfo Noa Rosas Arguello.
El viaje transcurría con normalidad, hasta que llegaron a la estación piscícola de las Cintas: de pronto, un estallido y gran cantidad de una especie de humo en el interior del vehículo alteró la somnolienta mañana. El bus frenó con violencia y los asustados pasajeros intentaron desalojarlo atropelladamente.
Luís Miguel, el ayudante, se dio pronto cuenta que el estallido provenía del tanque extintor de incendios, que había perdido la válvula de seguridad, lo sacó a la carretera donde vació su contenido y continuaron el viaje.
Desde la parte más alta de la cordillera, en el sitio que llaman Melgarejo, el conductor Hernando Gómez, vio en la distancia, donde termina una recta del Páramo de la Sarna, a un grupo de personas alrededor de una camioneta roja y una moto.
Seguramente pensó que se trataba de una avería del vehículo y siguió conduciendo hasta llegar a este.
De un momento a otro, apareció dentro del bus, un hombre, Marco Antonio Aguillón, alias Chiripas, quien con un arma de fuego, a gritos y con palabras soeces, ordenó a Hernando Gómez, detener la marcha del bus y atravesarlo en la vía.
Los hombres que estaban en la carretera, entre ellos alias Gavilán y Renegado, ordenaron bajar a los pasajeros del bus, los acostaron boca abajo sobre la berma, y uno a uno les fueron disparando en la cabeza, hasta asesinar a 15 de ellos, 12 hombres y 3 mujeres.
Al final, solo quedaban vivos la mujer de 54 años y los dos niños. Parece que la pistola se trabó o que se le acabaron las balas del proveedor. El hecho es que quienes acababan de perpetrar la demencial masacre, corrieron hacia la camioneta y la moto, las abordaron y huyeron.
¿Qué pasó?
Desde el año 2008, algunos paramilitares, miembros del bloque Autodefensas Campesinas del Casanare, empezaron a hablar sobre lo que realmente ocurrió.
Ellos cuentan que esta masacre fue cometida conjuntamente con miembros de la fuerza pública, quienes no solo facilitaron su paso, sino que además entregaron parte de las armas con las que ejecutaron a las víctimas sin saber ¿Por qué?!!!!!