TOMADO DE www.elespectador.com Columna María Teresa RonderosCon las elecciones nos está pasando como en aquel cuento en el que el rey sale desnudo a la calle, todos lo ven, pero nadie se atreve a decirlo.Las campañas son mercados persas de compraventas de votos y repartijas de contratos, pero todos hacemos de cuenta que el modelo político es legítimo. Es más, nuestros dirigentes sacan pecho porque esta es la democracia más antigua del continente y defienden al clientelismo como un aceite eficaz para lubricarla y esparcirla a los rincones del territorio.Es cierto que se han hecho muchas reformas y ajustes y hay infinidad de esfuerzos para hacer más transparente el sistema, pero los Homo clientelistis evolucionan con velocidad, adaptándose a la cambiante ecología institucional. Danzan los millones sin control para comprar votos. Los aspirantes fingen que manifestaciones y giras son para debatir ideas y escuchar a los ciudadanos, cuando en realidad son ruedas de negocios para comercializar futuros… puestos y contratos. La excepción siempre es el puñado de valientes candidatos que intentan auténticamente disputarse los votos libres. Son los que suelen brillar en el Congreso porque llegaron allí para servir al público, no para consolidar los negocios de familia o resarcir a sus financiadores de campaña.Este año los votos para Senado están particularmente costosos. En Soledad, Atlántico, están pagando el voto a 60.000 pesos. Los candidatos los ofrecen abiertamente a los operadores que prometen traerles ciudadanos en rebaño. La moneda con la que compran votos ya no es sólo dinero, es, por ejemplo, la promesa de un cargo público bien pago en el que varios recomendados políticos podrán rotar (lo que hará ineficaces a las entidades públicas), o la oferta de un jugoso contrato con el Estado, una lotería (que enriquecerá al apadrinado y empobrecerá al erario).Según el estudio de la Misión de Observación Electoral, el riesgo electoral por fraude para Senado ha crecido considerablemente. Pasó de 291 municipios en riesgo en 2010 a 410 para este 2014. Y aquellos en riesgo extremo, es decir, donde todos los indicadores auguran que habrá fraude, subió en un 725%. El riesgo de que los representantes a la Cámara consigan votos con trampa permanece, sin embargo, estable.Es que el Senado es más apetecido porque desde allí podrán probar lo más nutritivo de la mermelada oficial. Si los votos le dan a un senador peso interno en el partido, una vez en su curul podrá pedirle el mundo al Ejecutivo y éste se lo dará con tal de que le asegure eso que llama “gobernabilidad”.El ingrediente indispensable para que el negocio funcione es restringirle al ciudadano las posibilidades de votar. En la era veloz de la sistematización de datos y la comunicación virtual, el sistema electoral anda en muletas. La gente sólo puede votar donde inscribió su cédula cuatro meses antes y apenas tiene ocho horas de un domingo para depositar su voto. El resultado es que la mitad de los colombianos termina no votando porque no pudo o porque se aburrió de participar en un juego a donde siempre pierde.Este 9 de marzo se repetirá la comedia clientelar, con unos pocos actores auténticos de excepción. La mayoría se dedica a comprar curules con los beneficios públicos que les ofrecerá el presidente de turno, así éste gana la gobernabilidad suficiente para llevar a cabo sus grandes proyectos de país, sin importarle demasiado que éstos sucumban carcomidos por esos mismos honorables que se los han aprobado en el Congreso.Es el mismo cuento. La reina democracia está desnuda de legitimidad, pero todos hacemos de cuenta que no lo está.Texto original: http://www.elespectador.com/opinion/el-rey-esta-desnudo-columna-474912
El rey está desnudo
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